EL MOVIMIENTO OBRERO Y LAS PRINCIPALES CORRIENTES QUE INFLUYEN EN SU DESARROLLO
EL MOVIMIENTO OBRERO Y LAS PRINCIPALES CORRIENTES QUE INFLUYEN EN SU DESARROLLO
Sumario:
1. Qué es la clase obrera y por qué lucha;
2. Los tres frentes de lucha del proletariado;
1. Qué se entiende por “corrientes extrañas” y cuál es su
origen;
2. Principales etapas en la evolución histórica de la
clase obrera;
3. El Sindicalismo Clasista y su lucha contra las
deformaciones contemporáneas del movimiento sindical;
4. Conclusiones
1. QUÉ ES
LA CLASE OBRERA Y POR QUÈ LUCHA
Se conoce con el nombre de clase obrera
a los trabajadores que no poseen medios
propios de producción, que por eso se ven obligadso9 a vender a los empresarios
privados su fuerza de trabajo por un salario. Fuerza de trabajo que, al ser
explotada en esa forma, sirve para enriquecer o aumentar el capital de los capitalistas
dueños de los medios de producción.
A la clase obrera se le denomina
también proletariado, nombre con que se designaban en la antigua Roma a los
ciudadanos pobres que no tenían ninguna propiedad y se
alimentaban únicamente sirviendo al Estado con su trabajo Maule y el de sus
hijos (o prole). Proletario es pues, toda persona que no tienen más propiedad
para subsistir que su fuerza de trabajo.
Ahora bien: una clase
social es el conjunto de personas que ocupan
una misma posición (o intervienen en la misma forma) en el proceso de la
producción.
Así dentro de la sociedad capitalista
existen dos clases fundamentales que ocupan dos distintas posiciones en el
proceso de producción: por un lado están los capitalistas o burgueses
que son dueños de las fábricas y
demás medios de producción, y por otro lado están los obreros que trabajan y producen en esa fábricas sin ser dueños de
ellas ni de sus productos.
Existen, además, oreas capas
sociales, como los terratenientes y rentistas semi feudales, los artesanos, los
pequeños comerciantes, los estudiantes, los empleados y profesionales de
categoría intermedia. Pero estos sectores desempeñas sólo un papel secundario e
intermediario en las relaciones económicosociales del capitalismo.
No debemos confundir, por lo tanto,
al proletario con otras clases o capas de trabajadores como son los artesanos,
campesinos, profesionales, pequeños comerciantes y empleados de alta categoría.
Estos son también trabajadores porque viven
principalmente de su propio trabajo, pero se diferencian de los proletarios en
que los artesanos, campesinos, comerciantes, etc., son dueños de sus
herramientas de trabajo y de otros medios de producción (la tierra) o viven tanto
de su trabajo como de la explotación del trabajo asalariado.
La condición de asalariados hace que
los proletarios constituyan la principal clase explotada de la sociedad
capitalista. En esta sociedad la mayor parte de los objetos que la gente usa y
consume se producen en las fábricas o en el campo, mediante el trabajo
asalariado. Luego, esos productos son llevados al mercado utilizando medios de
transporte y establecimientos comerciales en los que también trabajan obreros
asalariados. Pero, como los dueños de las fábricas, del transporte y del
comercio, son los capitalistas, éstos procuran aumentar sus ganancias, acumular
capital, pagando a los obreros no el valor completo de lo que producen, sino
sólo la cantidad de salario necesaria para que repongan su fuerza de trabajo cada
día. Mientras más productivo sea el trabajo diario de un obrero y más reducido
será su salario, el capitalista se enriquece más. La explotación del trabajo asalariado
es, por eso, una condición inseparable del régimen capitalista.
Ello indica claramente que el
proletariado no podrá mejorar realmente sus condiciones de existencia, si no
lucha consecuentemente contra la explotación capitalista. La lucha contra tal
explotación, comienza cuando el obrero asalariado reclama al patrón un aumento
de salario, que esté de acuerdo con el rendimiento de su trabajo, y con sus
necesidades personales y familiares propias de su condición humana. Como la
situación de ese obrero es más o menos la misma situación en que están sus
compañeros de trabajo, y todos tienen enfrente al mismo explotador, muy pronto
la lucha se hace colectiva y requiere la unión y organización de los
trabajadores. Del otro lado, para mantener su régimen de explotación y hacer
frene a la lucha reivindicativa de la clase obrera, los capitalistas también se
unen entre sí como clase explotadora y se organizan para defender sus privilegios.
2. LOS
TRES FRENTES DE LUCHA DE LOS TRABAJADORES
Lo que acabamos de explicar demuestra
que la lucha de los proletarios por sus intereses es la lucha de una clase
explotada contra una clase
explotadora.
Sin embargo, conviene aclarar que
esta lucha no es nueva ni tampoco es invención de los comunistas, como afirman
algunas personas. La lucha entre explotados y explotadores surgió hace miles de
años, en el momento mismo en que unos hombres comenzaron a explotar a otros.
Ese momento histórico ocurrió cuando una minoría de personas se hizo dueña de
los principales medios de producción, los que hasta entonces habían pertenecido
a la comunidad primitiva.
La primera sociedad dividida en
clases fue, pues, la sociedad esclavista que sustituyó a la comunidad primitiva. En la sociedad
esclavista los esclavos y otras capas oprimidas tuvieron que librar cruentas
luchas por emanciparse de la clase explotadora formada entonces por los amos o dueños de esclavos. Luego vino la sociedad
feudal, donde la clase explotada estaba
formada por los siervos campesinos y artesanos, y la clase
explotadora la constituían los señores feudales y terratenientes. A la sociedad feudal reemplazó la sociedad
capitalista que domina aún en gran parte del
mundo, y en la cual, como hemos visto, las principales clases son el proletariado
y la burguesía.
Pero esta lucha entre explotadores y
explotados se realiza no sólo en el terreno económico. Dentro de las sociedades
divididas en clases los explotadores sólo pueden sostener ese sistema dominando
a los explotados también en el terreno ideológico y por la fuerza. En el primer
aspecto procuran inculcar en el pensamiento de los explotados un conjunto de ideas que los lleve a resignarse con la explotación, a tener
miedo a la lucha o a creer que eso no tiene remedio, que siempre fue y seguirá
siendo así”. Con tal objeto utilizan diversas formas de propaganda: Las
escuelas que controlan, los periódicos, los libros, la radio, la televisión,
etc., etc., abusando de que los dueños de los medios de producción, o sea los
explotadores, son al mismo tiempo dueños de los medios de propaganda.
Ante esa realidad, los explotados
necesitan defenderse contra la propagación de semejantes ideas venenosas,
conformistas y desmoralizadoras, desenmascarando por su parte su contenido
anti-obrero y reaccionario. Lo cual hace que la lucha de clase sea, así mismo,
una lucha ideológica.
En el segundo aspecto, los
capitalistas y explotadores en general pretenden, a la vez, obligar violentamente
a los explotados a someterse a la explotación, con cuyo objeto utilizan los
instrumentos que les proporciona o puede proporcionarles el poder
político, o sea el aparato del Estado.
Necesitan pues retener en sus manos el poder político y para lograr eso, los
diversos sectores o grupos de las clases explotadoras se organizan en partidos
políticos o en movimientos e instituciones que
desempeñan en la práctica un papel similar al de los partidos. De su parte, las
clases explotadas y oprimidas tienen necesidad de organizarse igualmente en sus
propios partidos o movimientos políticos para liberarse de la explotación tanto
en el aspecto económico como en lo ideológico y político. O sea que la lucha
entre explotados y explotadores se realiza también en el terreno político.
3. QUE SE
ENTIENDE POR CORRIENTES EXTRAÑAS EN EL MOVIMIENTO
OBRERO
Al movimiento sindical le corresponde
luchar principalmente en el terreno económico. Pero dentro de este movimiento se hacen sentir en una u
otra forma la lucha ideológica y la lucha política.
Hemos visto ya que en la sociedad
capitalista la lucha ente los explotados y los explotadores comienza cuando el
proletariado se enfrena directamente a la explotación capitalista. A través de
esta lucha (por aumentos de salarios, por mejorar las condiciones de trabajo,
etc.) es relativamente fácil unir y organizar a los obreros de una misma
fábrica, de una misma empresa o de una misma industria en una sola organización
sindical. Sin embargo, eso no quiere decir todavía que los mencionados obreros
estén unidos ideológica y políticamente.
Así como no es posible que una
persona piense y razone desde que nace, tampoco es posible que todos los
proletarios piensen y razonen como proletarios desde un comienzo. Del mismo
modo que para aprender a hablar, a pensar, a razonar y a caminar tenemos que
pasar por varios años de esforzado aprendizaje, el proletariado requiere un
largo y penoso proceso para adquirir su plena conciencia ideológica y política, proceso durante el cual unos
obreros avanzan más rápidamente que otros. A pesar de estar organizados
en una misma organización sindical,
muchos obreros conservan, por largo tiempo la manera de pensar y razonar de la
clase a que antes pertenecieron, o reciben muy frecuentemente la influencia
ideológica de las otras clases. De lo que se desprende que en un solo sindicato
pueden coexistir, y coexisten de hecho, obreros de diferentes ideologías y filiaciones
políticas, sin que ello rompa la unidad sindical ni impida la lucha común por
sus reivindicaciones inmediatas.
Sin embargo de que esta diversidad de
ideologías y filiaciones no debe romper la unidad sindical, existe siempre el
riesgo de que algunas organizaciones sindicales caigan bajo la orientación y
dirección de trabajadores dominados por corrientes ideológicas o políticas
completamente extrañas o contrarias a los intereses del proletariado. En esos
casos, no serviría gran cosa tener un buen conocimiento de la estructura y
funcionamiento de los sindicatos. Para lograr que esto no suceda, para asegurar
en todo instante una justa orientación clasista al movimiento obrero, antes de
referirnos a la organización sindical en sí, debemos aprender a distinguir, en
qué consisten esas corrientes extrañas y
cómo combatirlas ideológicamente.
Llamamos corrientes
extrañas a todas aquellas ideas que tienden a debilitar
el movimiento sindical, ya sea
debilitándolo o llevando al proletariado conformarse o ilusionarse con la explotación capitalista. Esas
corrientes –como ya hemos visto-, generalmente reflejan el origen social de algunos
trabajadores o la influencia que éstos reciben de las clases explotadores.
Históricamente hablando, el
proletariado nació dentro de las fábricas capitalistas cuando los antiguos
artesanos y campesinos, desposeídos de sus herramientas y sus tierras, se
vieron obligados a vender su fuerza de trabajo a los nacientes industriales. Los primeros proletarios
tenían, por tanto, muchas ideas y costumbres propias del artesanado y del
campesinado, los que a su vez recibieron la influencia ideológica del
feudalismo. En nuestro país, donde la producción capitalista tiene más o menos
un siglo de existencia, los hijos de los primeros obreros y los proletarios
hijos de artesanos, campesinos y otras capas intermedias conservan aún en grado
considerable tales influencias, a las que se suman las corrientes ideológicas
de otras capas sociales no proletarias y la persistente labor de propaganda de
las ideas de las clases dominantes, hecha a través de los múltiples medios de
difusión que esas clases poseen.
Veamos entonces, cuáles de estas
corrientes extrañas son las más perjudiciales, comenzando por analizar a
aquellas que tienen su origen en el pasado, o sea en la evolución histórica del
proletariado.
4.
PRINCIPALES ETAPAS EN EL DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO
En otro volumen de esta obra haremos
una historia resumida del movimiento obrero universal. Por ahora vamos a
referirnos sólo en líneas generales a las principales etapas de su evolución y
a las corrientes extrañas que surgieron y predominaron en cada una de esas
etapas.
a) El gremialismo y el mutualismo. Hemos explicado ya que la forma de explotación capitalista n
apareció de un momento a otro. Antes de surgir la industria fabril, los objetos
que se compran para ser usados eran producidos por los artesanos.
La forma de producción artesanal fue
perfeccionándose dentro de la sociedad feudal (anterior al capitalismo) a
medida que se perfeccionaban los instrumentos y la técnica en el trabajo. Al
aumentar la capacidad de producción, los artesanos lograron conquistar el
derecho a vender sus productos fuera de los deudos, dando lugar al surgimiento
de una capa de comerciantes que más tarde fundaron ciudades libres, conocidas
en Europa con el nombre de “Burgos”, de donde sus fundadores tomaron el nombre
de “burguesía”. La expansión del comercio estimuló a su vez la invención de la
máquina a vapor, que pronto sustituyó los antiguos talleres artesanales por fabricas industriales. Los comerciantes capitalistas se
convirtieron entonces en dueños de esas fábricas que eran nuevos medios de
producción. Y el desarrollo de la producción industrial trajo dos
consecuencias: por un lado la quiebra de muchos talleres artesanales y por otro
lado la expropiación de millares de pequeños campesinos, cuyas tierras las
tomaron los capitalistas para dedicarlas al cultivo de materias primas para sus
fábricas (algodón y ganado lanar par la industria textil por ejemplo). Al
perder de esa manera sus propios medios de producción, al no tener ninguna otra
propiedad de que vivir, los artesanos y campesinos se vieron obligados a vender
su fuerza de trabajo a los capitalistas y así nació el proletariado.
Este proceso que ocurrió primero en
Inglaterra, se ha operado también en casi todos los países, indicando casi
invariablemente que los primeros obreros son de origen artesanal o campesino.
La importancia de este hecho para lo que estamos explicando radica en que,
debido a tal origen, las primeras organizaciones del proletariado han tratado
de imitar casi siempre a las organizaciones artesanales.
Como es sabido, en la Edad Media los
artesanos se agrupaban en las llamadas “corporaciones” o “gremios” de acuerdo
con el oficio que desempeñaban: los carpinteros pertenecían al gremio de los
carpinteros, los sastres al suyo, etc. Del mismo modo, los primitivos obreros
se organizaron no de acuerdo con el lugar de trabajo o para luchar contra un
mismo dueño de fábrica, sino de acuerdo con los oficios de cada cual, aunque trabajasen en diferentes fábricas o
empresas: los mecánicos de una factoría con los mecánicos de otra, los cajistas
o prensistas de una imprenta con todos los de las otras imprentas, etc. Al
margen de los trabajadores de diversas especialidades de sus respectivos
centros de trabajo. Por lo mismo, esas organizaciones no eran aptas para la lucha
por las reivindicaciones en cada centro de trabajo. Y en lugar de la lucha
preferían practicar la ayuda mutua, es decir formar una bolsa común para atender las
enfermedades de los asociados, para enterrar a sus muertos, socorrer a las
viudas, etc., o en el mejor de los casos, para obtener alguna ley que les
beneficiara exactamente igual a lo que practicaban las corporaciones
artesanales de la Edad Media.
b) El “ludismo” o los destructores de máquinas. Pero, a medida que se hacía más dura la explotación
capitalista, los proletarios fueron comprendiendo que ese tipo de organización
no les servía de casi nada. En esos primeros tiempos se trabajada 16 a 20 horas
diarias con salarios sumamente reducidos y en condiciones realmente horrendas
porque ni siquiera habían leyes de protección social. Era preciso, pues, luchar contra esa explotación inhumana y no solamente ayudarse a bien morir. Sin embargo, la comprensión de esta no fue
al comienzo muy clara.
Como los antiguos artesanos eran
arrollados por la competencia de las fábricas industrializadas, muchos obreros
creían que la causa de sus desdichas eran las maquinas y no los capitalistas que los explotaban valiéndose de esa
máquinas. Y entonces surgió la tendencia a destruir las máquinas como acto de protesta. El primer acto de esa naturaleza
que se registra en la historia ocurrió en una fábrica de la localidad de
Arkwitgt en Inglaterra, pero el movimiento se extendió rápidamente a otros
países de Europa. Se le llamó “ludismo” porque se decía que su fundador fue el
obrero industrial Natz Ludo.
c) Las primeras huelgas y las “trade unions. Sin embargo, al lado del “ludismo” fueron surgiendo formas
de lucha y de organización más acertadas. A fines del Siglo XVII se producen
las primeras huelgas en los principales países capitalistas.
Los proletarios comienzan a comprender que, en vez de destruir las máquinas y
quedarse para siempre en la calle, era preferible ponerse de acuerdo entre
ellos para respaldar sus reclamaciones, paralizando el trabajo durante un tiempo.
Esa táctica tuvo buenos resultados y dio lugar a que se constituyeran los llamados
“comités de huelga” de duración transitoria (durante el desarrollo de la huelga),
que fueron transformándose más tarde en organizaciones permanentes de lucha.
Esas organizaciones tomaron en Inglaterra el nombre de “trade unions” o sea
uniones de fábricas.
d) Los primeros sindicatos y el “economismo”. Las “trade unions” son los gérmenes de la moderna
organización sindical. Simultáneamente a ellas, se forman en otros países los primeros
sindicatos que toman su
nombre de las asociaciones capitalistas, fundadas también en esa época entre
empresarios de una misma rama de producción. En un principio esos sindicatos
obreros conservaban algunas normas del gremialismo y el mutualismo, en los que
se combinaba la lucha reivindicativa con la ayuda mutua y la actividad
recreativa.
Debido a su carácter impreciso la
lucha reivindicativa de esos sindicatos se limitaba a cuestiones económicas:
aumentos de salarios, reducción de
los horarios de trabajo, etc., sin tocar otros derechos sociales del
proletariado. De ahí que a esa tendencia se le ha denominado “economismo” o
“economicismo”.
e) Despertar de la conciencia de clase. A pesar de esas limitaciones, el nacimiento de la
organización sindical alarmó enormemente a los capitalistas. Con el propósito
de matarla en la cuna, consiguieron en 1789 que el Parlamento Inglés dictase
una Ley prohibiendo la existencia de las “trade unions” y condenando a largos
años de prisión a sus organizadores. De esta manera, la lucha que aparentemente
venia desarrollándose sólo en el terreno económico, adquirió, de hecho un claro
contenido político. El Estado aparecía abiertamente como un instrumento de la
clase capitalista. Y los sindicatos comenzaron a luchar para arrancar de ese
Estado el reconocimiento de su derecho a la organización y a la huelga, así
como otras leyes sociales.
Este proceso se prolonga desde fines
del siglo XVIII hasta la tercera década del siglo XIX, comprendiendo una etapa
en la que el crecimiento numérico del proletariado, su acción reivindicativa y
su maduración política se conjugan con el avance de las ciencias naturales.
Todos estos factores favorecieron la gestación de nuevas ideas sociales que más
tarde habían de proporcionarle a la clase obrera plena conciencia de clase y
fundamentos científicos inconmovibles a la lucha por su liberación definitiva.
Por aquella época se producen en Francia las célebres sublevaciones de los
obreros de Lyon, reclamando el reconocimiento de sus derechos sociales y
ciudadanos. En Inglaterra la lucha por esos derechos se traduce en el
surgimiento del movimiento “cartista”. Aparecen entonces las primeras
corrientes socialistas que propugnan una sociedad sin explotados ni explotadores.
Se reconoce como precursores de estas
nuevas corrientes a los llamados “socialistas utópicos”, principalmente a los
franceses Saint Simon y Fourier y al inglés Owen. Pero el mérito fundamental en
la formación de la conciencia de clase del proletariado correspondió a Carlos
Marx y Federico Engels, creadores del Socialismo Científico y fundadores de la Asociación Internacional de
Trabajadores llamada también Primera Internacional. En el segundo tomo
explicaremos en qué consistió la obra teórica y práctica de estos ideólogos y
combatientes alemanes.
Por ahora debemos destacar que la
Asociación Internacional de Trabajadores tuvo enorme importancia en el
desarrollo del movimiento sindical porque agrupó por primera vez a todas las
organizaciones obreras existentes y porque sentó los principios del auténtico
sindicalismo clasista a través de su declaración de principios o “Comunicación
Inaugural”.
f) El anarquismo y el anarco-sindicalismo. Sin embargo, el proletariado tuvo que vencer
desde entonces muy poderosos obstáculos en este camino. Uno de esos obstáculos
fue la corriente anarquista, que representa
una manifestación ideológica del sector más impaciente y desesperado de la
pequeña burguesía individualista.
El rasgo característico del
anarquismo es su oposición a toda forma de estado, de gobierno y de disciplina
social o colectiva, desde ese punto de vista tiene un parentesco estrecho con
el “ludismo”. Así como los “ludistas” propugnaban la destrucción de las
máquinas por considerarlas fuente inseparable de la explotación capitalista,
los anarquistas predicaban la destrucción violenta e inmediata del Estado y
del gobierno por considerarlos el
origen (y no una consecuencia) de la división de la sociedad en clases y de la
explotación de una clase por otra.
Aplicando esa idea a las luchas del
proletariado por su liberación, los anarquistas en un principio fueron también
opuestos a la acción colectiva y a la organización y las disciplinas
sindicales, proponiendo en vez de ello la acción individual a cargo de los
luchadores más abnegados y sacrificados, para eliminar físicamente a los
patrones y a los gobernantes más destacados de las clases explotadoras.
Preferían el atentado personal a la lucha organizada.
Se reconoce como padres del
anarquismo a Proudhon y a Bakunin, cuyas concepciones explicaremos
detalladamente en el tomo dedicado a la historia del movimiento obrero. El
primero representa lo que puede llamarse el ala derecha y el segundo el ala
izquierda del anarquismo, pero ambas tendencias menospreciaban al proletariado
y se opusieron en un comienzo a la organización sindical. Proudhon llegó por
este camino hasta a combatir la dación de una ley conquistada por los trabajadores
franceses que autorizaba el ejercicio de su derecho a la “coalición”.
Bakunin, por su parte, consideraba
que la organización del proletariado no tenia ninguna importancia porque, según
él, las únicas capas sociales realmente revolucionarias eran los artesanos y
los campesinos. La fuerza que adquirió el movimiento sindical de aquella época
a pesar de los anarquistas obligó a éstos a rectificar su posición. Pero
entonces preconizaron que la lucha reivindicativa y la acción del proletariado
se limitara al campo sindical, excluyendo cualquier otra forma de organización
y de lucha. Lo cual dio lugar a que surgiera el denominado “anarco-sindicalismo”.
El anarco-sindicalismo se propagó principalmente por los países latinos:
Francia, Italia y España, y su labor desorientadora y disolvente llevó a la
quiebra a la Primera Internacional.
g. El Reformismo.- Durante
los años que siguieron a la disolución de la Primera Internacional, el
capitalismo recibió un gran impulso con la aplicación de una serie de grandes
inventos que aceleraron la producción y el transporte de mercaderías. Entre
esos inventos se encuentran los motores de explosión, el uso de petróleo y la
electricidad, el teléfono, el telégrafo, sin hilos, etc. Para explotar estos
costosos instrumentos de la técnica moderna se formaron grandes empresas que
concentraron en pocas manos enormes riquezas y medios de producción muy poderosos.
Surgieron de esa manera los monopolios capitalistas que necesitaban conquistar nuevas fuetes de materias
primas para alimentar su gran industria y nuevos mercados para colocar su
ingente producción. El capitalismo entró en su etapa imperialista, caracterizada por la dominación colonial o semicolonial de
los países atrasados por las potencias capitalistas más industrializadas. Esto
permitió a la burguesía de los grandes estados imperialistas neutralizar o
apaciguar a ciertas capas dirigentes del proletariado, haciéndoles algunas
“concesiones” económicas y políticas a costa de una explotación cada vez más
inmisericorde y redoblada de los trabajadores de los países coloniales y
dependientes. Como consecuencia de tal política. Se desarrolla entre las capas
privilegiadas del proletariado metropolitano una acentuada tendencia a la
“colaboración de clases”, a luchar solo por pequeñas reformas y a predicar el
conformismo. Semejante tendencia tomó cuerpo en el movimiento sindical y
también en la dirección y orientación de muchos partidos obreros que se
fundaron en Europa y Norteamérica en las últimas décadas del siglo pasado.
Dentro del movimiento sindical se designa a la mencionada corriente con el
nombre de “reformismo” o “colaboracionismo” y su peligrosidad consiste en que hace
lo posible por restar combatividad y consecuencia a la lucha del proletariado y
en convertir a los sindicatos en Instrumentos al servicio del capitalismo.
5. EL SINDICALISMO CLASISTA Y SU LUCHA CONTRA LAS NUEVAS DEFORMACIONES
DEL MOVIMIENTO SINDICAL.
El predominio del reformismo se
prolonga hasta el fin de la primera guerra mundial (1914-1918). La mencionada
guerra fue producto de la enconada disputa entre las grandes potencias
capitalistas por un nuevo reparto de las fuentes de materias primas y de los
mercados de todo el mundo. Por su extensión y su consecuencia fue, pues, una guerra
mundial en la que hicieron crisis todas las contradicciones
del capitalismo. Además de la pugna sangrienta entre unas y otras potencias
imperialistas, también se agudizaron al extremo las contradicciones antagónicas
entre las clases explotadoras y las clases explotadas. Los ejércitos que fueron
a la matanza estaban formados principalmente por obreros y campesinos, y los
gastos de guerra recayeron en forma de nuevos impuestos, racionamientos y toda
clase de sacrificios y penurias, sobre las capas populares. A medida que se prolongaba
la contienda fueron haciéndose más profundos el descontento y la radicalización
de los trabajadores y, fue madurando la lucha por una transformación radical de
la sociedad capitalista. Culminado este proceso, en 1917 se realizó en Rusia la
primera Revolución Socialista victoriosa La guerra había provocado en aquel
país una profunda crisis económica y política que hacía indispensable una
transformación revolucionaria y que creó las premisas para que el Partido
revolucionario de la clase obrera condujera al proletariado y al campesinado a
la conquista del poder, aplicando los principios del socialismo científico.
Pero esos factores objetivos aperaban también, aunque en menor grado en los
otros países capitalistas, en todos los cuales repercutió muy poderosamente la
Revolución Rusa. Esta Revolución demostró prácticamente la posibilidad de que
el proletariado conquiste definitivamente su emancipación siempre que organice
y unifique sus fuerzas y que cuente con una vanguardia política revolucionaria.
Al mismo tiempo puso en evidencia la quiebra del reformismo, del
anarco-sindicalismo, del economismo, del anarquismo y demás corrientes extrañas.
Simultáneamente hizo comprender al proletariado organizado la necesidad de una
orientación y una organización más eficientes en el desenvolvimiento de sus
luchas. Con las experiencias asimiladas en el curso de los grandes
acontecimientos de entonces, surgió una concepción auténticamente proletaria
dentro del movimiento sindical. Los fundamentos de esa concepción constituyen
el denominado SINDICALISMO CLASISTA o Sindicalismo Revolucionario, cuyos
principios explicaremos en la próxima lección.
El sindicalismo clasista se extendió
luego por todo el mundo y es aplicado ahora por la mayoría de la clase obrera
organizada, incluyendo a las más importantes organizaciones sindicales de
nuestro país. Pero por lo mismo, las clases explotadoras lo combaten sañudamente
y en toda forma. Después de la primera guerra mundial, los capitalistas han
redoblado sus esfuerzos por utilizar contra el sindicalismo clasista a las
viejas corrientes divisionistas dirigidas a desorientar y deformar el contenido
de clase del movimiento sindical. De entre esas corrientes perniciosas
contemporáneas, las más nocivas son el corporativismo fascista en todas sus variedades, y el trotskismo.
También son muy nocivas las nuevas formas
de reformismo y colaboracionismo. Veamos en qué consisten esas corrientes.
a) El Corporativismo.- Esta fue una concepción del fascismo italiano fundado por
Mussolini. El régimen fascista, que representaba políticamente al
sector monopolista más
reaccionario del capitalismo italiano, ideó un
tipo de Estado en el que el poder político fuera también monopolizado por ese
sector aplicara a la vez las formas de dictadura gubernamental más ferozmente
anti populares y retrógradas. Es así como, inspirándose en los gremios o
corporaciones artesanales de la Edad Media, organizó los llamados sindicatos
corporativos o corporaciones fascistas en reemplazo de los parlamentos o
cámaras de representantes de los estados capitalistas liberales. El fascismo se
proponía lograr a la vez dos objetivos:
1) Eliminar toda clase de oposición
legal al gobierno y al partido fascista; y
2) Liquidar el derecho de los
trabajadores a organizarse para luchar por sus propios intereses, lo cual
equivale a imponer por la fuerza la “colaboración de clases” a favor de los capitalistas.
Del mismo modo que en las corporaciones medievales se agrupaban tanto los
dueños de taller como los aprendices y operarios bajo la dirección de los primeros,
en las corporaciones fascistas deberían organizarse obligatoriamente los proletarios
de cada industria bajo la dirección de sus respectivos patrones y del estado
fascista. Ningún obrero podía trabajar en una fábrica o empresa si antes no se
afiliaba a la corporación y dentro de tales organizaciones le resultaba prácticamente
imposible defender sus reivindicaciones y hacer valer sus derechos.
Los “sindicatos corporativos” no
tenían, pues nada que se pareciese a un sindicato obrero. Sin embargo, ese
anacrónico sistema se implantó también fuera de Italia, en países como
Alemania, España y Portugal, donde arribaron al poder otras variantes del
fascismo. Con algunos disfraces y modificaciones de forma, lo adoptaron
igualmente con diversos resultados, varias dictaduras fascistizantes de América
Latina y algunos partidos pequeño-burgueses que quisieron asimilar determinadas
modalidades del nazi-fascismo. En el Perú se manifestaron esos intentos durante
la dictadura milita de Sánchez Cerro, que prohijó un partido fascista criollo
convicto y confeso y que reprimió a sangre y fuego al movimiento sindical
clasista. Lo mismo ocurrió durante la dictadura militar de Benavides y se
repitió con el régimen de Odría que ilegalizó a la CGTP y a sus organizaciones
básicas y pretendió en forma reiterada organizar en su lugar una central
oficialista. El corporativismo fascista inspiró igualmente la organización
vertical del partido aprista y sobre todo los llamados “sindicatos apristas”,
en base a los cuales ese partido logró que funcionasen durante el gobierno de
Bustamante y Rivero las denominadas Juntas Municipales Transitorias” de estructura
corporativa. Organismos de triste recordación, con los que se burló el derecho
que en esa época habían reconquistado relativamente nuestros pueblos para
elegir a sus Municipio. Como un remanente de tales practicas corporativas y fascistizantes,
tenemos finalmente el empeño de los dirigentes sindicales apristas por
desterrar para siempre la democracia sindical en el seno de la CTP y de la organización
que dirigen, con el fin de someter por la fuerza al movimiento obrero peruano b
ajo el absoluto control del partido aprista y al servicio de las empresas imperialistas
y oligárquicas.
b) El trotskismo.-
Más que una teoría, o una concepción calificada del movimiento sindical, el
trotskismo es una modalidad perniciosa que se expresa principalmente en el
terreno de la orientación y las tácticas de lucha. Esta corriente toma su
nombre del movimiento que encabezó León Trotski para atacar desde dentro a la
primera revolución socialista y para dividir y desorientar más tarde al
movimiento del proletariado, mediante toda clase de consignas y actos de provocación
y divisionismo. Utilizando un lenguaje ultra revolucionario destinado a aparentar
una sincera luchar por los intereses de la clase obrera, los trotskistas hacen
el juego a los explotadores porque a través de esas consigas generalmente tratan
de dividir al proletariado y de conducirlo a acciones aventureras que terminan
casi siempre en derrotas. En vez de forjar la conciencia de clase de los trabajadores
a través de la lucha cotidiana por sus reivindicaciones y del fortalecimiento
de los organismo que han de asegurar su emancipación, los partidarios de esa
corriente siembran desconcierto en las filas de la clase obrera y hacen abortar
los movimientos reivindicativos, proporcionando los pretextos que el enemigo más
necesita para justificar su acción represiva. Los trotskistas se caracterizan
también en el movimiento sindical por una actitud de critica permanente, al
margen de la propia acción,; por la tendencia a no asumir directamente las
responsabilidades; por evadir el cuerpo frente a los mayores peligros. Aunque
el trotskismo no tiene en el Perú una fuerza considerable, nuestro movimiento
sindical registra no pocas experiencias de su actividad perniciosa.
c) El “Capitalismo Popular o
la “Reforma de la Empresa”.- Esta
es una concepción neo-reformista o colaboracionista surgida después de la
segunda guerra mundial bajo la inspiración de algunos “ideólogos” imperialistas
interesados en cubrir con una máscara “humanista” sus nuevos métodos de
explotación.
Adoptada más tarde con el mismo
sentido por el por el “Movimiento Obrero Social Cristian” (MOSIC) y los
partidos demócratas-cristianos, se propala en nuestros países con su segunda
etiqueta: la “cogestión”, o “Reforma cogestionaria de la empresa”. Su
planteamiento básico consiste en que es posible terminar con la explotación de
la clase obrera sin necesidad de la lucha de clases y haciendo simplemente que
las empresas capitalistas “reformen” su estructura para convertir a los
trabajadores en co-accionistas o “co-gestores”.
En realidad, esta tesis es una
reedición, actualizada, de lo que proponían los llamados socialistas utópicos
(no científicos) y Phroudon, en los albores de la sociedad capitalista. Tanto
los primeros como el último preconizaban, efectivamente, que las empresas
capitalistas, en las que el industrial y el comerciante son los únicos dueños
de los medios de producción y quienes se benefician con la venta de los
productos, se transformaran en una especie de cooperativas donde capitalistas y
trabajadores fueran socios, aportando los primeros las maquinarias y el capital
y los segundos el trabajo, para repartirse armoniosamente los beneficios. Así,
Saint simón, el mas antiguo de los socialistas utópico (1760- 1825), en su obra
titulada precisamente “El Nuevo Cristianismo”, propugnaba una organización
social constituida por lo que el llamaba generalmente
“los industriales”, es decir por los
burgueses, los proletarios, los intelectuales y los campesinos, excluyendo de
esa sociedad a los que denominaba “parásitos”, ósea los latifundistas, la
burocracia y los militares. Otro socialista utópico, Fourrier (1772- 1837) pensaba que la sociedad futura debería
basarse en los llamados “ falangsterios” (de falange), organización
colectivista donde capitalistas, obreros e intelectuales o técnicos,
colaboraran pacíficamente aportando los primeros su dinero, los obreros sus
fuerzas físicas y los técnicos y empleados sus conocimientos, para repartirse
los beneficios de la producción en 12 partes: cuatro para los capitalistas,
cinco para los obreros, y tres para los técnicos y empleados.
Por su parte Robert
Owen (1771- 1858, el tercero de los
socialistas utópicos, se inspiro en parecidas ideas para en su propia fabrica
de Escocia una serie de reformas favorables a los obreros, para organizar mas
tarde en Estados Unidos la colonia “Nueva Armonía“ y para fundar en Inglaterra,
a su regreso un denominado “Banco de Justicia “ pero todos estos experimentos
fracasaron porque, de igual modo que le sucedió a fourrier con sus “falangsterios”
las clases dominantes y los gobiernos de entonces no hicieron ningún caso a sus
encendidos e ingenuos llamados a la “comprensión” y a la “ bondad humana”. Y es
que estos pensadores no llegaron a comprender que la explotación del trabajador
asalariado y todas las lacras de la sociedad imperante no se deben a
“ignorancia e “incomprensión” de los capitalistas, sino a las propias leyes
económicas que rigen el desarrollo de su sistema. Y algo similar podemos decir
de Phroudon, filosofo y economista muy posterior
a los socialistas utópicos, el cual aunque no estaba animado de la misma generosidad
de estos, y es considerado mas bien como uno de los padres del anarquismo,
publicó en 1846 una obra titulada “Sistema de Contradicciones Económicas, o
Filosofía de la Miseria”, en la que, a diferencia de Fourrier sostiene que la
propiedad privada de los medios de producción y el comercio de los productos
son fundamentos eternos e inherentes a toda sociedad, por lo que propone, en
consecuencia, que no se luche frontalmente contra la explotación capitalista,
sino que solo se reforme ese sistema eliminado de el sus “lados y efectos
malos” y conservando sus supuestos “lados buenos“, mediante una sociedad
cooperativista basada fundamentalmente en la pequeña propiedad y en la colaboración
de clases.
Es necesario destacar, no obstante,
que si bien coinciden los socialistas utópicos y Phroudon con los actuales
ideólogos del “Capitalismo Popular” y de la “cogestión “empresarial en sus
concepciones colaboracionistas, existe también entre unos y otros una
diferencia histórica fundamental. Los socialistas utópicos idearon sus sistemas
en los albores de la sociedad capitalista y del movimiento obrero, cuando el
antagonismo entre estas dos clases no se había hecho suficientemente claro
debido a que ambas debían aun luchar unidas ante el despotismo y los
privilegios feudales. En cambio, “Capitalismo Popular” y la “Cogestión” obrero
– capitalista han sido concebido en la presente época, ósea cuando el
capitalismo llegado a su etapa imperialista, no solo extrema la explotación de
los trabajadores a través de los mas refinados métodos, sino que subyuga
pueblos y países enteros (coloniales, semi-coloniales y dependientes), apoyándose,
incluso, en el latifundismo y los remanentes feudales, para lograr sus máximas
ganancias. Además, el neo- reformismo y neo – colaboracionismo de estas
corrientes resulta mas pernicioso por que es mas consiente, ya que surge cuando
hace mucho tiempo que otras tendencias similares, como el economismo y el
social- democratismo demostraron su total insolvencia y entraron en banca rota.
pero no solo eso, no solo persiguen -como el viejo reformismo- desarmar en la clase
obrera en la lucha por sus intereses sino también anular conquistas tan importantes
como su derecho de organización y su derecho de huelga, ya que son pretexto de
que los obreros pasan a ser considerados –aunque sea formal y aparentemente-
como “accionistas” de las empresas donde trabajan los reformistas de la empresa
sostienen que ya no tendrán razones jurídicas o legales para organizarse ni
para reclamar aumentos de salarios, puesto que nominalmente pertenecerían a la
propia organización de los capitalista y sus remuneraciones salariales serian
reemplazadas por el porcentaje-, se comprende que muy pequeño que les
correspondería en la distribución de las utilidades.
6)
CONCLUSIONES:
Resumiendo de lo anterior, podemos
caracterizar de la siguiente manera a las principales corrientes extrañas
dentro del movimiento obrero:
Ø El
gremialismo.- Consiste en agrupar a los
trabajadores de acuerdo con su profesión, o especialidad; y no como debe ser:
de acuerdo con el centro de trabajo o empresa en que labora. Este defecto
incapacita para luchar a las organizaciones gremialistas y las lleva
generalmente a practicar el mutualismo y la colaboración de clases.
Ø El
Economismo o apoliticismo.- consiste
en limitar la acción sindical a la lucha por reivindicaciones económicas;
Ø El
Anarco- sindicalismo.- Consiste en
considerar que el sindicato y la organización sindical deben ser los únicos
instrumentos de lucha de la clase obrera, y que todas las reivindicaciones,
aunque sean de carácter fundamentalmente político, deben resolverse únicamente
a través del movimiento sindical.
Ø El
Reformismo.- Consiste en creer o propugnar que los
trabajadores se conformen con algunas reformas dentro del régimen capitalista, considerando que a través de esas reformas
dentro del régimen capitalista, considerando que a través de esas reformas
puede alcanzarse un mejoramiento sustancial en sus condiciones de vida y de
trabajo unido casi siempre con el economismo, esa tendencia propicia el
entendimiento y la colaboración a toda costa entre explotados y explotadores;
Ø El
Corporativismo o sindicalismo fascista.- Consiste en agrupar en una misma organización o corporación a
obreros y patronos y en imponer desde el gobierno la colaboración en clases en
beneficio de los capitalistas y bajo la dirección y control del estado burgués;
Ø El
trotskismo.- Es una corriente divisionista y
aventurera que se enmascara con frases revolucionarias y consignas prematuras
para servir a los planes de provocación y desmoralización trazados por los
enemigos de la clase obrera. Dentro de la misma denominación podemos considerar
en el Perú al “vanguardismo” al maoísmo” y a otras tendencias ultra
izquierdistas neotrotskistas.
Ø g) El “Capitalismo Popular”.- Es una teoría neo reformista que pretende actualizar
algunos planteamientos inaplicables de los “socialistas utópicos”. Pero con la
diferencia de que el “capitalismo popular” es una concepción de los propios capitalistas
interesados no solo en anular la lucha reivindicativa de los trabajadores, sino
también su derecho de organización sindical y de huelga, so pretexto de que, al
convertirse los obreros en “accionistas” o socios capitalistas, jurídicamente pierden
esos derechos aunque en la practica sigan explotados como antes. Creemos que no
es necesario resumir también las características del “ludismo” y del anarquismo
clásico, porque dichas tendencias prácticamente han desaparecido de nuestro
medio.
PREGUNTAS DE CONTROL
1. ¿Qué se entiende por proletariado?
2. ¿Por qué es necesaria la
organización sindical?
3. ¿Cuáles son los principales
frentes de la lucha entre explotados y explotadores?
4. ¿Cómo se caracterizan las
corrientes extrañas mas nocivas al movimiento obrero?
5. ¿Cómo se manifiestan esas
corrientes en el Perú?
BIBLIOGRAFÍA
MAX BEER .- “HISTORIA GENERAL DEL
SOCIALISMO Y DE LAS LUCHAS SOCIALES”
LOSOVSKI .- “MARX Y LOS SINDICATOS”
ENGELS .- “ANARQUISMO Y SOCIALISMO”
MARTINES DE LA TORRE .-APUNTES PARA
UNA INTERPRETACIÓN MARXISTA DE LA
HISTORIA SOCIAL DEL PERU”
FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS DEL SINDICALISMO CLASISTA
2. Cuatro principios en que se basa
el Sindicalismo Clasista.
3. Qué se entiende por Lucha Consecuente
por los intereses de la Clase
Obrera.
4. Importancia de la Unidad
Sindical y cómo asegurarla.
5. La Democracia Interna y los preceptos en que se basa.
6. En qué consiste la
Independencia Política de la Clase Obrera.
7. Conclusiones.
De lo dicho se desprende que ninguna
de las corrientes y formas de organización que hemos analizado corresponde a
los intereses de la clase obrera.
Algunas de estas corrientes limitan
muy estrechamente el campo de la lucha, otras la desvían del camino que debe
seguir, y otras imposibilitan la acción de los trabajadores colocándolos
completamente a merced de la explotación capitalista.
Aunque todas estas corrientes o la
mayor parte de ellas operan dentro del movimiento sindical y toman el nombre de
“sindicalismo” no constituyen en realidad, un auténtico sindicalismo de la
clase obrera.
Necesitamos, pues, precisar en qué
consiste el Sindicalismo Clasista del proletariado para seguir una orientación
correcta y aplicar formas de organización y métodos y tácticas de luchas
eficaces.
¿Qué es el Sindicalismo proletario?.
Para responder a esta pregunta, debemos tener presente a qué necesidad
histórica responde el nacimiento de la organización sindical y el desarrollo
del sindicalismo. Como ya lo hemos anotado en la introducción y en la lección
anterior, el Sindicato no es una organización cualquiera de la clase obrera,
sino una organización de lucha. No
nació pues, en cualquier momento, sino cuando el proletariado comprendió tres
cosas: 1) Que necesitaba luchar contra la explotación capitalista; 2) Que esta
lucha no podría realizarla ningún obrero solo, sino uniéndose y organizándose
con sus compañeros de trabajo; y 3) Que ya no servían las antiguas formas de
organización y de lucha, correspondientes al artesanado; y que había que
encontrar nuevas formas propias de la clase obrera. Tratando de resolver estas
necesidades, fueron formándose en diversos países capitalistas, casi
simultáneamente, los primeros sindicatos.
2. LOS CUATRO PRINCIPIOS EN QUE SE BASA EL SINDICALISMO CLASISTA
Resumiendo lo dicho, cabe repetir que
los sindicatos, por su origen y funciones, son fundamentalmente “instrumentos
de la lucha organizada de los trabajadores
por sus reivindicaciones inmediata”. Eso
no quiere decir que la lucha sindical debe desarrollarse sólo en el plano
económico. Hemos explicado también que en el curso de esta lucha los patrones
se enfrentan a la clase obrera con una intensa campaña ideológica y con toda
clase de instrumentos políticos.
De estas circunstancias o premisas
surge la necesidad de que la lucha sindical se afirme y oriente en cuatro
principios esenciales. Estos principios son:
1. Lucha consecuente por los intereses de la clase obrera;
2. Unidad sindical;
3. Democracia interna en la estructuración y funcionamiento de
los sindicatos;
4. Independencia política de clase.
Veremos en seguida en qué consisten y
por qué son imprescindibles estos cuatro principios.
3. LUCHA CONSECUENTE POR LOS INTERESES DE LA CLASE OBRERA
Si el sindicato es, como hemos visto,
una organización de lucha reivindicativa, no hace falta casi explicar el
carácter mismo de la organización sindical y del sindicalismo clasista. Se
trata, en esencia de un movimiento combativo destinado sólo a servir a los
trabajadores. Pero en la práctica, se corre muchas veces el peligro de olvidar
esta misión del movimiento sindical, debido precisamente a las influencias y
corrientes extrañas que alientan los patrones en el seno de los sindicatos.
En efecto, los capitalistas hacen en
un principio todo lo posible por impedir que los trabajadores de sus fábricas o
empresas se organicen sindicalmente, pero luego, cuando el sindicato surge a
pesar de ellos, concentra sus esfuerzos en desviar o neutralizar la acción
sindical, procurando intimidar, corromper o ablandar a los dirigentes. Es así
como ocurre con frecuencia que un sindicato forjado en plena lucha
reivindicativa, al cabo de un tiempo comienza a ser conducido al terreno de las
componendas o, simplemente, empieza a decaer en su actividad combativa y a
convertirse en una especie de club social, ajeno a los problemas del trabajo y
renuente a la defensa de las reivindicaciones. Y lo que pasa con un sindicato,
suela acontecer también con organismos superiores, tal como ocurrió en nuestro
caso con la CTP que controla el Apra. Todo lo cual se debe fundamentalmente a
que los dirigentes abandonan por uno y otro motivo inconfesable los intereses
del proletariado.
Esta posibilidad exige que se
considere como un principio fundamental del sindicalismo clasista, la lucha
consecuente por los intereses del proletariado.
Quiere decir que, al organizar un
sindicato debe consignarse este principio en la Declaración de sus fines y
propósitos. Quiere decir, además, que los afiliados al sindicato sólo deben
elegir para los puestos dirigentes a quienes hayan demostrado en los hechos que
su principal preocupación son los intereses colectivos y que, por lo tanto, son
obreros capaces de mantenerse firmes frente a las amenazas y frene a todo
intento de comprar sus conciencias y de matar su espíritu de lucha.
4. LA UNIDAD SINDICAL, Y COMO DEBE SER ASEGURADA
La fuerza de un sindicato y su
capacidad para mantenerse en la lucha y resistir y vencer la presión de los
patrones depender, sin embargo, no sólo de la firmeza y consecuencia de sus
dirigentes, sino también de las bases que lo sostienen. Mientras más amplia sea
esa base, mientras más trabajadores de la misma empresa formen parte del
sindicato y participen activamente en sus funciones, más poderosa será la
organización y más probabilidades de éxito tendrán en sus luchas.
Case entonces formular la siguiente
pregunta: ¿Quiénes deben ser miembros del Sindicato?. Todos los trabajadores de
la fábrica, o de la industria, según sea el tipo del sindicato (Sindicato de
fábrica, Sindicato de empresa o sindicato de industria). Cuando decimos: todos, no queremos decir que se debe obligar a todos por ley o
por la fuerza. Nos referimos a que ningún trabajador debe estar excluido del derecho a pertenecer al sindicato, nos referimos a que es
necesario procurar que sean miembros de él todos o la mayoría de los
trabajadores de la respectiva fábrica, industria, etc.. Es decir, que no cabe ninguna
discriminación en el seno de la organización
sindical, y que sólo debe exigirse a sus miembros que estén de acuerdos con los
propósitos y los Estatutos.
Tal amplitud orgánica del Sindicato
se debe a su origen mismo, a las circunstancias que crean la necesidad de este
tipo de organización (origen y circunstancias que hemos explicado
anteriormente). Hemos visto ya que los trabajadores se sienten precisados a
enfrentarse unidos y organizados a la explotación capitalista allí donde ella
se realiza en forma directa. Pero, la explotación capitalista afecta en la
misma forma, con los mismos métodos, a todos los obreros de una misma fábrica,
empresa o industria, sin hacer distingos de ninguna especie. Igualmente
asalariados, sufriendo el mismo sistema de trabajo, los mismos horarios, los
mismos abusos, etc., se encuentran los obreros apristas, comunistas,
democratacristianos, etc., viejos y jóvenes, mujeres y varones, católicos y
protestantes; quechuas, aymaras, campas, negros, mestizos y blancos; peruanos y
extranjeros; limeños y serranos, etc.. Es claro que el capataz, el jefe de
sección o el maestro de máquina no reciben el mismo salario que el operario y
el aprendiz o ayudante; también sucede que los capitalistas pagan un
sobre-salario, en calidad de soborno, a algunos dirigentes amarillos o a los
soplones. Pero éstos son casos excepcionales, que no modifican el régimen de
explotación del trabajo asalariado ni la condición de clase explotada en que se
encuentran bajo este régimen los trabajadores en general. Y, si todos deben
unirse también para luchar con el mismo enemigo de clase, por las mismas
reivindicaciones inmediatas.
De lo dicho se desprende, pues, que e el sindicato y en el
movimiento sindical debe imperar antes que todo la unidad de
clase. Es decir, una unidad que sólo tenga
en cuenta la condición de clase proletaria, de miembros de esa misma clase.
Mariátegui decía con toda razón: El
sindicato no debe exigir a sus afiliados sino la aceptación
del principio clasista. Dentro del sindicato caben así los socialistas reformistas como los sindicalistas, así los comunistas
como los
El sindicato constituye, fundamental y exclusivamente, un órgano
de clase”. Y lo que decía Mariátegui es válido en todas las épocas.
En los sindicatos deber estar unidos
apristas, socialistas, democratacristianos, acciopopulistas, miristas,
comunitario-socialistas, comunistas, etc., con la sola condición de que sean
obreros (o empleados) y tengan enfrente a los mismos patrones. Deben estar
también, trabajadores hombres y mujeres de todas las edades, razas,
nacionalidades, creencias, etc.. No caben por lo tanto sindicatos, federaciones
o confederaciones afiliados a un determinado partido político o a una
determinada corriente religiosa o a las órdenes de un gobierno. Y no caben
tampoco sindicatos, federaciones o confederaciones donde los obreros de determinada
filiación política tengan mayores derechos que los otros, a donde los puestos
directivos sean detentados por dirigentes de un solo partido contra la voluntad
de la mayoría. Para que el movimiento sindical cumpla cabalmente con sus fines,
debe hacerse prevalecer en todo instante el principio de la UNIDAD SINDICAL.
5. LA DEMOCRACIA SINDICAL Y LOS PRECEPTOS EN QUE SE BASA
Los dos principios anteriores
quedarían en letra muerta si no agregamos a ellos el principio de la DEMOCRACIA
SINDICAL, o sea la democracia interna en los sindicatos.
Par que el sindicato agrupe a todos los trabajadores de una misma fábrica,
empresa o industria, sin hacer distingos ni discriminaciones, todos los afiliados
al sindicato deben tener iguales derechos y deberes. Al mismo tiempo, para asegurar una completa unidad entre
sus integrantes, hay que reconocer a todos ellos las mismas facultades y las
mismas posibilidades de defender sus reivindicaciones, de exponer y votar por
sus propios candidatos para los puestos directivos. En una palabra, es preciso
que cada uno y todos los miembros sindicatos se identifiquen con él,
considerándolo como su propio instrumento de lucha.
Estos son los fundamentos teóricos en
que se basa la democracia sindical. El respeto de estos fundamentos constituye
la mejor garantía para la lucha consecuente por los intereses de los
trabajadores y para asegurar la unidad sindical. Pero, la realización práctica
de este principio requiere la aplicación de las siguientes normas: a) Todos los
miembros del sindicato tienen los mismo derechos a ELEGIR Y
SER ELEGIDOS para cualquier cargo o comisión; b)
Todos tienen derechos a voz y voto en las asambleas generales y en las
reuniones de los organismos del sindicato a que pertenezcan; c) Las
obligaciones y derechos contemplados en los Estatutos son iguales aplicables y
obligatorios para todos los miembros del sindicato sea cual fuese el cargo que
ocupen, d) Todos deben reconocer a la Asamblea General del Sindicato como la
máxima autoridad, cuyos acuerdos tienen que ser aceptados, respetados y
cumplidos por todos; e) En las Asambleas y reuniones de cada organismo, los
problemas deben ser discutidos democráticamente, y la minoría debe acatar
estrictamente la decisión de la mayoría; f) La elección de los órganos
dirigentes en cada instancia debe realizarse también por mayoría de votos, lo
cual obliga a acatar después su autoridad; g) Los dirigentes así elegidos
tienen la obligación de rendir cuenta de sus funciones, periódicamente, al
organismo que los eligió; y, h) Cualquier dirigente puede ser relevado de su
puesto por mayoría de votos del organismo que los eligió. Este conjunto de
condiciones de la democracia interna, es aplicable tanto a los sindicatos de
base como a las federaciones, uniones departamentales y confederación general,
sólo que en éstas tres últimas instancias la autoridad máxima es el Congreso
respectivo y entre un Congreso y otro, la Asamblea General. Sobre esta base se
asegura la estructuración democrático-centralista del movimiento sindical, cuyo
contenido explicaremos en otras lecciones.
6. EN QUÉ CONSISTE LA INDEPENDENCIA POLITICA DE CLASE
El hecho de que la unida sindical y
la democracia interna destierren toda clase de discriminación política en el
seno d la organización sindical, no quiere decir que los sindicatos deban
preocuparse sólo de las reivindicaciones económicas o de los problemas
puramente gremiales o inmediatos. Eso sería caer en la economicismo, tendencia
cuya nocividad ya hemos explicado. La vida demuestra prácticamente que tal
actitud es imposible, a pesar de los esfuerzos de los agentes patronales,
interesados siempre en reducir la actividad sindical a su mínima expresión.
Para que los proletarios puedan
alcanzar cualquier aumento de salario, casi nunca es suficiente la reclamación
que hacen a los patronos. Estos, generalmente, rechazan tales demandas apoyados
en alguna ley y en la llamada “libre contratación”. Se apoyan también
frecuentemente en funcionarios corrompidos o pro-patronales de la
administración pública, funcionarios regionales del Trabajo, o de alguna
dependencia del Ministerio de Trabajo. Y cuando los trabajadores insisten en
sus demandas a pesar de las presiones pro-patronales de esos organismos, ocurre
todavía que algunas autoridades políticas y policiales defienden los intereses
de los explotadores reprimiendo violentamente la lucha sindical mediante el
empleo de sus instrumentos de fuerza armada. La concurrencia de todos esos
factores hace que las reivindicaciones más importantes lleven la lucha económica
a un plano político. Los aumentos de salarios, así como la reducción de los
horarios de trabajo, los seguros sociales, las leyes de protección laboral,
etc., se han obtenido siempre mediante acciones dirigidas no sólo contra la
resistencia de los patronos sino también contra la parcialidad y los abusos de
determinados representantes del poder político. De otro lado, la lucha general
contra el imperialismo, la oligarquía y la burguesía no puede dejar de
interesar vivamente a la clase obrera. Su deber consiste entonces en apoyar de
manera resuelta las medidas de ese tipo.
A lo que acabamos de decir, se agrega
la circunstancia inevitable de que en cada sindicato hay obreros afiliados a
distintos partidos políticos, cada uno de los cuales pretende orientar las
cosas por el camino trazado por su respectivo partido.
El apoliticismo total resulta, por lo
tanto, imposible en la vida sindical. El Sindicato no puede prescindir
totalmente de la lucha política ni tampoco puede prohibir que sus afiliados
pertenezcan a tal o cual partido o se sometan a tal o cual corriente extraña a
sus intereses, porque no puede impedir que unos obreros tengan conciencia de
clase más o menos desarrollada que otros.
Sin embargo, la acción política que el
sindicato se vea obligado a realizar en defensa de los intereses de los
trabajadores, no puede confundirse ni identificarse con la actividad
partidaria. La política sindical no es ni puede ser la política de un determinado partido político. Debe ser una política de clase, es decir para defender directa o
indirectamente los intereses de la clase obrera y de las masas explotadas.
Esta política puede coincidir
circunstancialmente con la posición de algún partido, o movimiento político en
particular con el partido de la clase obrera y con un gobierno antiimperialista
como el actual, pero, no debe ser política partidaria ni subordinada a un
determinado partido o al gobierno, porque entonces peligra la aplicación de los
otros principios fundamentales del sindicalismo clasista.
En efecto, si el sindicato o el
movimiento sindical se subordina a la disciplina y a las consignas de un
partido u organización política cualquiera, es muy difícil que realice una
lucha consecuente por los intereses de la clase obrera, ya que puede darse el
caso de que este partido o esa organización responde a los intereses de la burguesía,
de la pequeña burguesía vacilante, e incluso de la más oscura reacción.
Tampoco podría asegurarse la unidad
sindical y la democracia interna, porque los obreros ajenos a ese partido o
movimiento (trabajadores independientes o miembros de otros partidos), no
aceptarían someterse a esa voluntad extraña ni podrían considerar a tal
sindicato como un instrumento propio, tampoco podrían ejercer libremente sus
derechos ni estarían dispuestos a cumplir con sus deberes en servicio de un
partido o de un movimiento político que no es el suyo. Esto que decimos se
refiere igualmente a la política gubernamental. Si el movimiento sindical se
convirtiese en instrumento de un gobierno no obrero su composición y su
actividad dejarían de ser unitarios, determinando que un gran contingente de trabajadores
se alejasen del sindicato haciendo inaplicable la democracia sindical.
La experiencia de todos los países y
muy especialmente nuestra propia experiencia, confirman a cada paso lo que
acabamos de explicar. Cada vez que los partidos burgueses han pretendido
imponer su voluntad sobre el movimiento sindical, este ha resistido
heroicamente a tal presión. Y, cuando no ha podido resistir con éxito, se ha
dividido y debilitado. Del mismo modo, cuando la Central Sindical se sometió al
Apra o sea el predominio de una política partidaria exclusivista, y al servicio
de los enemigos de la clase obrera, tal política sólo pudo imponerse a costa de
la renuncia a la lucha por los intereses del proletariado en perjuicio de la
unidad sindical y abandonando totalmente la democracia interna.
En resumen, la política del
movimiento sindical sólo puede ser una POLITICA INDEPENDIENTE DE CLASE, es
decir, una política no partidaria ni gubernamental, que responda exclusivamente
a los intereses de la clase del proletariado. Esto se aplica, por supuesto, a
los países donde impera o subsiste la explotación del hombre por el hombre.
7. CONCLUSIONES
Los cuatro principios del
sindicalismo clasista, que hemos enumerado y explicado, surgen del contenido
esencial de la misma lucha de la clase obrera. Los cuatro son inseparables y
sin ellos no seria posible garantizar que el sindicato cumpla eficazmente con
la función que dio lugar a su nacimiento y que está llamado a desempeñar en
todo instante. En nuestro país constituye una necesidad permanente luchar
porque se apliquen siempre esos principios ya que el proletariado peruano es
objeto de una intensa ofensiva de las clases explotadoras y del imperialismo
norteamericano dirigida principalmente contra su unidad y contra sus derechos
sociales y orientada a impedir que los trabajadores participen activamente en
el proceso revolucionario. Los enemigos de la clase obrera peruana ven que esta
clase crece día a día y adquiere rápidamente una clara conciencia de su papel
histórico. No pudiendo impedir este desarrollo, tratan de detenerlo o desviarlo,
utilizando para ello a elementos traidores encargados de dividir sus filas y de
desmoralizarlas hasta lograr su derrota. Tales traidores pueden ser abiertamente
reaccionarios o ultraizquierdistas. Contra tales factores negativos sólo cabe
responder aplicando estrictamente estos cuatro principios.
PREGUNTAS DE CONTROL
1. ¿Por qué fue necesario que el
proletariado se organice sindicalmente?
2. ¿Cuáles son los cuatro principios
del sindicalismo clasista?.
3. ¿En qué consiste cada uno de estos
principios?.
4. ¿ Cuál es la Central Sindical que
aplica consecuentemente estos principios?.
5.
¿Por qué es necesario luchar por que se apliquen?
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