EL MOVIMIENTO OBRERO Y LAS PRINCIPALES CORRIENTES QUE INFLUYEN EN SU DESARROLLO (PARTE I)


EL MOVIMIENTO OBRERO Y LAS PRINCIPALES CORRIENTES QUE INFLUYEN EN SU DESARROLLO

Sumario:
1. Qué es la clase obrera y por qué lucha;
2. Los tres frentes de lucha del proletariado;
1. Qué se entiende por “corrientes extrañas” y cuál es su origen;
2. Principales etapas en la evolución histórica de la clase obrera;
3. El Sindicalismo Clasista y su lucha contra las deformaciones contemporáneas del movimiento sindical;
4. Conclusiones

1. QUÉ ES LA CLASE OBRERA Y POR QUÈ LUCHA
Se conoce con el nombre de clase obrera a los trabajadores que no poseen medios propios de producción, que por eso se ven obligadso9 a vender a los empresarios privados su fuerza de trabajo por un salario. Fuerza de trabajo que, al ser explotada en esa forma, sirve para enriquecer o aumentar el capital de los capitalistas dueños de los medios de producción.
A la clase obrera se le denomina también proletariado, nombre con que se designaban en la antigua Roma a los ciudadanos pobres que no tenían ninguna propiedad y se alimentaban únicamente sirviendo al Estado con su trabajo Maule y el de sus hijos (o prole). Proletario es pues, toda persona que no tienen más propiedad para subsistir que su fuerza de trabajo.
Ahora bien: una clase social es el conjunto de personas que ocupan una misma posición (o intervienen en la misma forma) en el proceso de la producción.
Así dentro de la sociedad capitalista existen dos clases fundamentales que ocupan dos distintas posiciones en el proceso de producción: por un lado están los capitalistas o burgueses que son dueños de las fábricas y demás medios de producción, y por otro lado están los obreros que trabajan y producen en esa fábricas sin ser dueños de ellas ni de sus productos.
Existen, además, oreas capas sociales, como los terratenientes y rentistas semi feudales, los artesanos, los pequeños comerciantes, los estudiantes, los empleados y profesionales de categoría intermedia. Pero estos sectores desempeñas sólo un papel secundario e intermediario en las relaciones económicosociales del capitalismo.
No debemos confundir, por lo tanto, al proletario con otras clases o capas de trabajadores como son los artesanos, campesinos, profesionales, pequeños comerciantes y empleados de alta categoría. Estos son también trabajadores porque viven principalmente de su propio trabajo, pero se diferencian de los proletarios en que los artesanos, campesinos, comerciantes, etc., son dueños de sus herramientas de trabajo y de otros medios de producción (la tierra) o viven tanto de su trabajo como de la explotación del trabajo asalariado.
La condición de asalariados hace que los proletarios constituyan la principal clase explotada de la sociedad capitalista. En esta sociedad la mayor parte de los objetos que la gente usa y consume se producen en las fábricas o en el campo, mediante el trabajo asalariado. Luego, esos productos son llevados al mercado utilizando medios de transporte y establecimientos comerciales en los que también trabajan obreros asalariados. Pero, como los dueños de las fábricas, del transporte y del comercio, son los capitalistas, éstos procuran aumentar sus ganancias, acumular capital, pagando a los obreros no el valor completo de lo que producen, sino sólo la cantidad de salario necesaria para que repongan su fuerza de trabajo cada día. Mientras más productivo sea el trabajo diario de un obrero y más reducido será su salario, el capitalista se enriquece más. La explotación del trabajo asalariado es, por eso, una condición inseparable del régimen capitalista.
Ello indica claramente que el proletariado no podrá mejorar realmente sus condiciones de existencia, si no lucha consecuentemente contra la explotación capitalista. La lucha contra tal explotación, comienza cuando el obrero asalariado reclama al patrón un aumento de salario, que esté de acuerdo con el rendimiento de su trabajo, y con sus necesidades personales y familiares propias de su condición humana. Como la situación de ese obrero es más o menos la misma situación en que están sus compañeros de trabajo, y todos tienen enfrente al mismo explotador, muy pronto la lucha se hace colectiva y requiere la unión y organización de los trabajadores. Del otro lado, para mantener su régimen de explotación y hacer frene a la lucha reivindicativa de la clase obrera, los capitalistas también se unen entre sí como clase explotadora y se organizan para defender sus privilegios.

2. LOS TRES FRENTES DE LUCHA DE LOS TRABAJADORES
Lo que acabamos de explicar demuestra que la lucha de los proletarios por sus intereses es la lucha de una clase explotada contra una clase explotadora.
Sin embargo, conviene aclarar que esta lucha no es nueva ni tampoco es invención de los comunistas, como afirman algunas personas. La lucha entre explotados y explotadores surgió hace miles de años, en el momento mismo en que unos hombres comenzaron a explotar a otros. Ese momento histórico ocurrió cuando una minoría de personas se hizo dueña de los principales medios de producción, los que hasta entonces habían pertenecido a la comunidad primitiva.
La primera sociedad dividida en clases fue, pues, la sociedad esclavista que sustituyó a la comunidad primitiva. En la sociedad esclavista los esclavos y otras capas oprimidas tuvieron que librar cruentas luchas por emanciparse de la clase explotadora formada entonces por los amos o dueños de esclavos. Luego vino la sociedad feudal, donde la clase explotada estaba formada por los siervos campesinos y artesanos, y la clase explotadora la constituían los señores feudales y terratenientes. A la sociedad feudal reemplazó la sociedad capitalista que domina aún en gran parte del mundo, y en la cual, como hemos visto, las principales clases son el proletariado y la burguesía.
Pero esta lucha entre explotadores y explotados se realiza no sólo en el terreno económico. Dentro de las sociedades divididas en clases los explotadores sólo pueden sostener ese sistema dominando a los explotados también en el terreno ideológico y por la fuerza. En el primer aspecto procuran inculcar en el pensamiento de los explotados un conjunto de ideas que los lleve a resignarse con la explotación, a tener miedo a la lucha o a creer que eso no tiene remedio, que siempre fue y seguirá siendo así”. Con tal objeto utilizan diversas formas de propaganda: Las escuelas que controlan, los periódicos, los libros, la radio, la televisión, etc., etc., abusando de que los dueños de los medios de producción, o sea los explotadores, son al mismo tiempo dueños de los medios de propaganda.
Ante esa realidad, los explotados necesitan defenderse contra la propagación de semejantes ideas venenosas, conformistas y desmoralizadoras, desenmascarando por su parte su contenido anti-obrero y reaccionario. Lo cual hace que la lucha de clase sea, así mismo, una lucha ideológica.
En el segundo aspecto, los capitalistas y explotadores en general pretenden, a la vez, obligar violentamente a los explotados a someterse a la explotación, con cuyo objeto utilizan los instrumentos que les proporciona o puede proporcionarles el poder político, o sea el aparato del Estado. Necesitan pues retener en sus manos el poder político y para lograr eso, los diversos sectores o grupos de las clases explotadoras se organizan en partidos políticos o en movimientos e instituciones que desempeñan en la práctica un papel similar al de los partidos. De su parte, las clases explotadas y oprimidas tienen necesidad de organizarse igualmente en sus propios partidos o movimientos políticos para liberarse de la explotación tanto en el aspecto económico como en lo ideológico y político. O sea que la lucha entre explotados y explotadores se realiza también en el terreno político.

3. QUE SE ENTIENDE POR CORRIENTES EXTRAÑAS EN EL MOVIMIENTO
OBRERO
Al movimiento sindical le corresponde luchar principalmente en el terreno económico. Pero dentro de este movimiento se hacen sentir en una u otra forma la lucha ideológica y la lucha política.
Hemos visto ya que en la sociedad capitalista la lucha ente los explotados y los explotadores comienza cuando el proletariado se enfrena directamente a la explotación capitalista. A través de esta lucha (por aumentos de salarios, por mejorar las condiciones de trabajo, etc.) es relativamente fácil unir y organizar a los obreros de una misma fábrica, de una misma empresa o de una misma industria en una sola organización sindical. Sin embargo, eso no quiere decir todavía que los mencionados obreros estén unidos ideológica y políticamente.
Así como no es posible que una persona piense y razone desde que nace, tampoco es posible que todos los proletarios piensen y razonen como proletarios desde un comienzo. Del mismo modo que para aprender a hablar, a pensar, a razonar y a caminar tenemos que pasar por varios años de esforzado aprendizaje, el proletariado requiere un largo y penoso proceso para adquirir su plena conciencia ideológica y política, proceso durante el cual unos obreros avanzan más rápidamente que otros. A pesar de estar organizados en una misma organización sindical, muchos obreros conservan, por largo tiempo la manera de pensar y razonar de la clase a que antes pertenecieron, o reciben muy frecuentemente la influencia ideológica de las otras clases. De lo que se desprende que en un solo sindicato pueden coexistir, y coexisten de hecho, obreros de diferentes ideologías y filiaciones políticas, sin que ello rompa la unidad sindical ni impida la lucha común por sus reivindicaciones inmediatas.
Sin embargo de que esta diversidad de ideologías y filiaciones no debe romper la unidad sindical, existe siempre el riesgo de que algunas organizaciones sindicales caigan bajo la orientación y dirección de trabajadores dominados por corrientes ideológicas o políticas completamente extrañas o contrarias a los intereses del proletariado. En esos casos, no serviría gran cosa tener un buen conocimiento de la estructura y funcionamiento de los sindicatos. Para lograr que esto no suceda, para asegurar en todo instante una justa orientación clasista al movimiento obrero, antes de referirnos a la organización sindical en sí, debemos aprender a distinguir, en qué consisten esas corrientes extrañas y cómo combatirlas ideológicamente.
Llamamos corrientes extrañas a todas aquellas ideas que tienden a debilitar el movimiento sindical, ya sea debilitándolo o llevando al proletariado conformarse o ilusionarse con la explotación capitalista. Esas corrientes –como ya hemos visto-, generalmente reflejan el origen social de algunos trabajadores o la influencia que éstos reciben de las clases explotadores.
Históricamente hablando, el proletariado nació dentro de las fábricas capitalistas cuando los antiguos artesanos y campesinos, desposeídos de sus herramientas y sus tierras, se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo a los nacientes industriales. Los primeros proletarios tenían, por tanto, muchas ideas y costumbres propias del artesanado y del campesinado, los que a su vez recibieron la influencia ideológica del feudalismo. En nuestro país, donde la producción capitalista tiene más o menos un siglo de existencia, los hijos de los primeros obreros y los proletarios hijos de artesanos, campesinos y otras capas intermedias conservan aún en grado considerable tales influencias, a las que se suman las corrientes ideológicas de otras capas sociales no proletarias y la persistente labor de propaganda de las ideas de las clases dominantes, hecha a través de los múltiples medios de difusión que esas clases poseen.
Veamos entonces, cuáles de estas corrientes extrañas son las más perjudiciales, comenzando por analizar a aquellas que tienen su origen en el pasado, o sea en la evolución histórica del proletariado.

4. PRINCIPALES ETAPAS EN EL DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO
En otro volumen de esta obra haremos una historia resumida del movimiento obrero universal. Por ahora vamos a referirnos sólo en líneas generales a las principales etapas de su evolución y a las corrientes extrañas que surgieron y predominaron en cada una de esas etapas.

a) El gremialismo y el mutualismo. Hemos explicado ya que la forma de explotación capitalista n apareció de un momento a otro. Antes de surgir la industria fabril, los objetos que se compran para ser usados eran producidos por los artesanos. La forma de producción artesanal fue perfeccionándose dentro de la sociedad feudal (anterior al capitalismo) a medida que se perfeccionaban los instrumentos y la técnica en el trabajo. Al aumentar la capacidad de producción, los artesanos lograron conquistar el derecho a vender sus productos fuera de los deudos, dando lugar al surgimiento de una capa de comerciantes que más tarde fundaron ciudades libres, conocidas en Europa con el nombre de “Burgos”, de donde sus fundadores tomaron el nombre de “burguesía”. La expansión del comercio estimuló a su vez la invención de la máquina a vapor, que pronto sustituyó los antiguos talleres artesanales por fabricas industriales. Los comerciantes capitalistas se convirtieron entonces en dueños de esas fábricas que eran nuevos medios de producción. Y el desarrollo de la producción industrial trajo dos consecuencias: por un lado la quiebra de muchos talleres artesanales y por otro lado la expropiación de millares de pequeños campesinos, cuyas tierras las tomaron los capitalistas para dedicarlas al cultivo de materias primas para sus fábricas (algodón y ganado lanar par la industria textil por ejemplo). Al perder de esa manera sus propios medios de producción, al no tener ninguna otra propiedad de que vivir, los artesanos y campesinos se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas y así nació el proletariado.
Este proceso que ocurrió primero en Inglaterra, se ha operado también en casi todos los países, indicando casi invariablemente que los primeros obreros son de origen artesanal o campesino. La importancia de este hecho para lo que estamos explicando radica en que, debido a tal origen, las primeras organizaciones del proletariado han tratado de imitar casi siempre a las organizaciones artesanales.
Como es sabido, en la Edad Media los artesanos se agrupaban en las llamadas “corporaciones” o “gremios” de acuerdo con el oficio que desempeñaban: los carpinteros pertenecían al gremio de los carpinteros, los sastres al suyo, etc. Del mismo modo, los primitivos obreros se organizaron no de acuerdo con el lugar de trabajo o para luchar contra un mismo dueño de fábrica, sino de acuerdo con los oficios de cada cual, aunque trabajasen en diferentes fábricas o empresas: los mecánicos de una factoría con los mecánicos de otra, los cajistas o prensistas de una imprenta con todos los de las otras imprentas, etc. Al margen de los trabajadores de diversas especialidades de sus respectivos centros de trabajo. Por lo mismo, esas organizaciones no eran aptas para la lucha por las reivindicaciones en cada centro de trabajo. Y en lugar de la lucha preferían practicar la ayuda mutua, es decir formar una bolsa común para atender las enfermedades de los asociados, para enterrar a sus muertos, socorrer a las viudas, etc., o en el mejor de los casos, para obtener alguna ley que les beneficiara exactamente igual a lo que practicaban las corporaciones artesanales de la Edad Media.

b) El “ludismo” o los destructores de máquinas. Pero, a medida que se hacía más dura la explotación capitalista, los proletarios fueron comprendiendo que ese tipo de organización no les servía de casi nada. En esos primeros tiempos se trabajada 16 a 20 horas diarias con salarios sumamente reducidos y en condiciones realmente horrendas porque ni siquiera habían leyes de protección social. Era preciso, pues, luchar contra esa explotación inhumana y no solamente ayudarse a bien morir. Sin embargo, la comprensión de esta no fue al comienzo muy clara.
Como los antiguos artesanos eran arrollados por la competencia de las fábricas industrializadas, muchos obreros creían que la causa de sus desdichas eran las maquinas y no los capitalistas que los explotaban valiéndose de esa máquinas. Y entonces surgió la tendencia a destruir las máquinas como acto de protesta. El primer acto de esa naturaleza que se registra en la historia ocurrió en una fábrica de la localidad de Arkwitgt en Inglaterra, pero el movimiento se extendió rápidamente a otros países de Europa. Se le llamó “ludismo” porque se decía que su fundador fue el obrero industrial Natz Ludo.

c) Las primeras huelgas y las “trade unions. Sin embargo, al lado del “ludismo” fueron surgiendo formas de lucha y de organización más acertadas. A fines del Siglo XVII se producen las primeras huelgas en los principales países capitalistas. Los proletarios comienzan a comprender que, en vez de destruir las máquinas y quedarse para siempre en la calle, era preferible ponerse de acuerdo entre ellos para respaldar sus reclamaciones, paralizando el trabajo durante un tiempo. Esa táctica tuvo buenos resultados y dio lugar a que se constituyeran los llamados “comités de huelga” de duración transitoria (durante el desarrollo de la huelga), que fueron transformándose más tarde en organizaciones permanentes de lucha. Esas organizaciones tomaron en Inglaterra el nombre de “trade unions” o sea uniones de fábricas.

d) Los primeros sindicatos y el “economismo”. Las “trade unions” son los gérmenes de la moderna organización sindical. Simultáneamente a ellas, se forman en otros países los primeros sindicatos que toman su nombre de las asociaciones capitalistas, fundadas también en esa época entre empresarios de una misma rama de producción. En un principio esos sindicatos obreros conservaban algunas normas del gremialismo y el mutualismo, en los que se combinaba la lucha reivindicativa con la ayuda mutua y la actividad recreativa.
Debido a su carácter impreciso la lucha reivindicativa de esos sindicatos se limitaba a cuestiones económicas: aumentos de salarios, reducción de los horarios de trabajo, etc., sin tocar otros derechos sociales del proletariado. De ahí que a esa tendencia se le ha denominado “economismo” o “economicismo”.

e) Despertar de la conciencia de clase. A pesar de esas limitaciones, el nacimiento de la organización sindical alarmó enormemente a los capitalistas. Con el propósito de matarla en la cuna, consiguieron en 1789 que el Parlamento Inglés dictase una Ley prohibiendo la existencia de las “trade unions” y condenando a largos años de prisión a sus organizadores. De esta manera, la lucha que aparentemente venia desarrollándose sólo en el terreno económico, adquirió, de hecho un claro contenido político. El Estado aparecía abiertamente como un instrumento de la clase capitalista. Y los sindicatos comenzaron a luchar para arrancar de ese Estado el reconocimiento de su derecho a la organización y a la huelga, así como otras leyes sociales.

Este proceso se prolonga desde fines del siglo XVIII hasta la tercera década del siglo XIX, comprendiendo una etapa en la que el crecimiento numérico del proletariado, su acción reivindicativa y su maduración política se conjugan con el avance de las ciencias naturales. Todos estos factores favorecieron la gestación de nuevas ideas sociales que más tarde habían de proporcionarle a la clase obrera plena conciencia de clase y fundamentos científicos inconmovibles a la lucha por su liberación definitiva. Por aquella época se producen en Francia las célebres sublevaciones de los obreros de Lyon, reclamando el reconocimiento de sus derechos sociales y ciudadanos. En Inglaterra la lucha por esos derechos se traduce en el surgimiento del movimiento “cartista”. Aparecen entonces las primeras corrientes socialistas que propugnan una sociedad sin explotados ni explotadores.
Se reconoce como precursores de estas nuevas corrientes a los llamados “socialistas utópicos”, principalmente a los franceses Saint Simon y Fourier y al inglés Owen. Pero el mérito fundamental en la formación de la conciencia de clase del proletariado correspondió a Carlos Marx y Federico Engels, creadores del Socialismo Científico y fundadores de la Asociación Internacional de Trabajadores llamada también Primera Internacional. En el segundo tomo explicaremos en qué consistió la obra teórica y práctica de estos ideólogos y combatientes alemanes.
Por ahora debemos destacar que la Asociación Internacional de Trabajadores tuvo enorme importancia en el desarrollo del movimiento sindical porque agrupó por primera vez a todas las organizaciones obreras existentes y porque sentó los principios del auténtico sindicalismo clasista a través de su declaración de principios o “Comunicación Inaugural”.

f) El anarquismo y el anarco-sindicalismo. Sin embargo, el proletariado tuvo que vencer desde entonces muy poderosos obstáculos en este camino. Uno de esos obstáculos fue la corriente anarquista, que representa una manifestación ideológica del sector más impaciente y desesperado de la pequeña burguesía individualista.
El rasgo característico del anarquismo es su oposición a toda forma de estado, de gobierno y de disciplina social o colectiva, desde ese punto de vista tiene un parentesco estrecho con el “ludismo”. Así como los “ludistas” propugnaban la destrucción de las máquinas por considerarlas fuente inseparable de la explotación capitalista, los anarquistas predicaban la destrucción violenta e inmediata del Estado y del gobierno por considerarlos el origen (y no una consecuencia) de la división de la sociedad en clases y de la explotación de una clase por otra.
Aplicando esa idea a las luchas del proletariado por su liberación, los anarquistas en un principio fueron también opuestos a la acción colectiva y a la organización y las disciplinas sindicales, proponiendo en vez de ello la acción individual a cargo de los luchadores más abnegados y sacrificados, para eliminar físicamente a los patrones y a los gobernantes más destacados de las clases explotadoras. Preferían el atentado personal a la lucha organizada.
Se reconoce como padres del anarquismo a Proudhon y a Bakunin, cuyas concepciones explicaremos detalladamente en el tomo dedicado a la historia del movimiento obrero. El primero representa lo que puede llamarse el ala derecha y el segundo el ala izquierda del anarquismo, pero ambas tendencias menospreciaban al proletariado y se opusieron en un comienzo a la organización sindical. Proudhon llegó por este camino hasta a combatir la dación de una ley conquistada por los trabajadores franceses que autorizaba el ejercicio de su derecho a la “coalición”.
Bakunin, por su parte, consideraba que la organización del proletariado no tenia ninguna importancia porque, según él, las únicas capas sociales realmente revolucionarias eran los artesanos y los campesinos. La fuerza que adquirió el movimiento sindical de aquella época a pesar de los anarquistas obligó a éstos a rectificar su posición. Pero entonces preconizaron que la lucha reivindicativa y la acción del proletariado se limitara al campo sindical, excluyendo cualquier otra forma de organización y de lucha. Lo cual dio lugar a que surgiera el denominado “anarco-sindicalismo”. El anarco-sindicalismo se propagó principalmente por los países latinos: Francia, Italia y España, y su labor desorientadora y disolvente llevó a la quiebra a la Primera Internacional.

g. El Reformismo.- Durante los años que siguieron a la disolución de la Primera Internacional, el capitalismo recibió un gran impulso con la aplicación de una serie de grandes inventos que aceleraron la producción y el transporte de mercaderías. Entre esos inventos se encuentran los motores de explosión, el uso de petróleo y la electricidad, el teléfono, el telégrafo, sin hilos, etc. Para explotar estos costosos instrumentos de la técnica moderna se formaron grandes empresas que concentraron en pocas manos enormes riquezas y medios de producción muy poderosos. Surgieron de esa manera los monopolios capitalistas que necesitaban conquistar nuevas fuetes de materias primas para alimentar su gran industria y nuevos mercados para colocar su ingente producción. El capitalismo entró en su etapa imperialistacaracterizada por la dominación colonial o semicolonial de los países atrasados por las potencias capitalistas más industrializadas. Esto permitió a la burguesía de los grandes estados imperialistas neutralizar o apaciguar a ciertas capas dirigentes del proletariado, haciéndoles algunas “concesiones” económicas y políticas a costa de una explotación cada vez más inmisericorde y redoblada de los trabajadores de los países coloniales y dependientes. Como consecuencia de tal política. Se desarrolla entre las capas privilegiadas del proletariado metropolitano una acentuada tendencia a la “colaboración de clases”, a luchar solo por pequeñas reformas y a predicar el conformismo. Semejante tendencia tomó cuerpo en el movimiento sindical y también en la dirección y orientación de muchos partidos obreros que se fundaron en Europa y Norteamérica en las últimas décadas del siglo pasado. Dentro del movimiento sindical se designa a la mencionada corriente con el nombre de “reformismo” o “colaboracionismo” y su peligrosidad consiste en que hace lo posible por restar combatividad y consecuencia a la lucha del proletariado y en convertir a los sindicatos en Instrumentos al servicio del capitalismo.

5. EL SINDICALISMO CLASISTA Y SU LUCHA CONTRA LAS NUEVAS DEFORMACIONES DEL MOVIMIENTO SINDICAL.
El predominio del reformismo se prolonga hasta el fin de la primera guerra mundial (1914-1918). La mencionada guerra fue producto de la enconada disputa entre las grandes potencias capitalistas por un nuevo reparto de las fuentes de materias primas y de los mercados de todo el mundo. Por su extensión y su consecuencia fue, pues, una guerra mundial en la que hicieron crisis todas las contradicciones del capitalismo. Además de la pugna sangrienta entre unas y otras potencias imperialistas, también se agudizaron al extremo las contradicciones antagónicas entre las clases explotadoras y las clases explotadas. Los ejércitos que fueron a la matanza estaban formados principalmente por obreros y campesinos, y los gastos de guerra recayeron en forma de nuevos impuestos, racionamientos y toda clase de sacrificios y penurias, sobre las capas populares. A medida que se prolongaba la contienda fueron haciéndose más profundos el descontento y la radicalización de los trabajadores y, fue madurando la lucha por una transformación radical de la sociedad capitalista. Culminado este proceso, en 1917 se realizó en Rusia la primera Revolución Socialista victoriosa La guerra había provocado en aquel país una profunda crisis económica y política que hacía indispensable una transformación revolucionaria y que creó las premisas para que el Partido revolucionario de la clase obrera condujera al proletariado y al campesinado a la conquista del poder, aplicando los principios del socialismo científico. Pero esos factores objetivos aperaban también, aunque en menor grado en los otros países capitalistas, en todos los cuales repercutió muy poderosamente la Revolución Rusa. Esta Revolución demostró prácticamente la posibilidad de que el proletariado conquiste definitivamente su emancipación siempre que organice y unifique sus fuerzas y que cuente con una vanguardia política revolucionaria. Al mismo tiempo puso en evidencia la quiebra del reformismo, del anarco-sindicalismo, del economismo, del anarquismo y demás corrientes extrañas. Simultáneamente hizo comprender al proletariado organizado la necesidad de una orientación y una organización más eficientes en el desenvolvimiento de sus luchas. Con las experiencias asimiladas en el curso de los grandes acontecimientos de entonces, surgió una concepción auténticamente proletaria dentro del movimiento sindical. Los fundamentos de esa concepción constituyen el denominado SINDICALISMO CLASISTA o Sindicalismo Revolucionario, cuyos principios explicaremos en la próxima lección.
El sindicalismo clasista se extendió luego por todo el mundo y es aplicado ahora por la mayoría de la clase obrera organizada, incluyendo a las más importantes organizaciones sindicales de nuestro país. Pero por lo mismo, las clases explotadoras lo combaten sañudamente y en toda forma. Después de la primera guerra mundial, los capitalistas han redoblado sus esfuerzos por utilizar contra el sindicalismo clasista a las viejas corrientes divisionistas dirigidas a desorientar y deformar el contenido de clase del movimiento sindical. De entre esas corrientes perniciosas contemporáneas, las más nocivas son el corporativismo fascista en todas sus variedades, y el trotskismo. También son muy nocivas las nuevas formas de reformismo y colaboracionismo. Veamos en qué consisten esas corrientes.

a) El Corporativismo.- Esta fue una concepción del fascismo italiano fundado por Mussolini. El régimen fascista, que representaba políticamente al sector monopolista más reaccionario del capitalismo italiano, ideó un tipo de Estado en el que el poder político fuera también monopolizado por ese sector aplicara a la vez las formas de dictadura gubernamental más ferozmente anti populares y retrógradas. Es así como, inspirándose en los gremios o corporaciones artesanales de la Edad Media, organizó los llamados sindicatos corporativos o corporaciones fascistas en reemplazo de los parlamentos o cámaras de representantes de los estados capitalistas liberales. El fascismo se proponía lograr a la vez dos objetivos:
1) Eliminar toda clase de oposición legal al gobierno y al partido fascista; y
2) Liquidar el derecho de los trabajadores a organizarse para luchar por sus propios intereses, lo cual equivale a imponer por la fuerza la “colaboración de clases” a favor de los capitalistas. Del mismo modo que en las corporaciones medievales se agrupaban tanto los dueños de taller como los aprendices y operarios bajo la dirección de los primeros, en las corporaciones fascistas deberían organizarse obligatoriamente los proletarios de cada industria bajo la dirección de sus respectivos patrones y del estado fascista. Ningún obrero podía trabajar en una fábrica o empresa si antes no se afiliaba a la corporación y dentro de tales organizaciones le resultaba prácticamente imposible defender sus reivindicaciones y hacer valer sus derechos.
Los “sindicatos corporativos” no tenían, pues nada que se pareciese a un sindicato obrero. Sin embargo, ese anacrónico sistema se implantó también fuera de Italia, en países como Alemania, España y Portugal, donde arribaron al poder otras variantes del fascismo. Con algunos disfraces y modificaciones de forma, lo adoptaron igualmente con diversos resultados, varias dictaduras fascistizantes de América Latina y algunos partidos pequeño-burgueses que quisieron asimilar determinadas modalidades del nazi-fascismo. En el Perú se manifestaron esos intentos durante la dictadura milita de Sánchez Cerro, que prohijó un partido fascista criollo convicto y confeso y que reprimió a sangre y fuego al movimiento sindical clasista. Lo mismo ocurrió durante la dictadura militar de Benavides y se repitió con el régimen de Odría que ilegalizó a la CGTP y a sus organizaciones básicas y pretendió en forma reiterada organizar en su lugar una central oficialista. El corporativismo fascista inspiró igualmente la organización vertical del partido aprista y sobre todo los llamados “sindicatos apristas”, en base a los cuales ese partido logró que funcionasen durante el gobierno de Bustamante y Rivero las denominadas Juntas Municipales Transitorias” de estructura corporativa. Organismos de triste recordación, con los que se burló el derecho que en esa época habían reconquistado relativamente nuestros pueblos para elegir a sus Municipio. Como un remanente de tales practicas corporativas y fascistizantes, tenemos finalmente el empeño de los dirigentes sindicales apristas por desterrar para siempre la democracia sindical en el seno de la CTP y de la organización que dirigen, con el fin de someter por la fuerza al movimiento obrero peruano b ajo el absoluto control del partido aprista y al servicio de las empresas imperialistas y oligárquicas.

b) El trotskismo.- Más que una teoría, o una concepción calificada del movimiento sindical, el trotskismo es una modalidad perniciosa que se expresa principalmente en el terreno de la orientación y las tácticas de lucha. Esta corriente toma su nombre del movimiento que encabezó León Trotski para atacar desde dentro a la primera revolución socialista y para dividir y desorientar más tarde al movimiento del proletariado, mediante toda clase de consignas y actos de provocación y divisionismo. Utilizando un lenguaje ultra revolucionario destinado a aparentar una sincera luchar por los intereses de la clase obrera, los trotskistas hacen el juego a los explotadores porque a través de esas consigas generalmente tratan de dividir al proletariado y de conducirlo a acciones aventureras que terminan casi siempre en derrotas. En vez de forjar la conciencia de clase de los trabajadores a través de la lucha cotidiana por sus reivindicaciones y del fortalecimiento de los organismo que han de asegurar su emancipación, los partidarios de esa corriente siembran desconcierto en las filas de la clase obrera y hacen abortar los movimientos reivindicativos, proporcionando los pretextos que el enemigo más necesita para justificar su acción represiva. Los trotskistas se caracterizan también en el movimiento sindical por una actitud de critica permanente, al margen de la propia acción,; por la tendencia a no asumir directamente las responsabilidades; por evadir el cuerpo frente a los mayores peligros. Aunque el trotskismo no tiene en el Perú una fuerza considerable, nuestro movimiento sindical registra no pocas experiencias de su actividad perniciosa.

c) El “Capitalismo Popular o la “Reforma de la Empresa”.- Esta es una concepción neo-reformista o colaboracionista surgida después de la segunda guerra mundial bajo la inspiración de algunos “ideólogos” imperialistas interesados en cubrir con una máscara “humanista” sus nuevos métodos de explotación.
Adoptada más tarde con el mismo sentido por el por el “Movimiento Obrero Social Cristian” (MOSIC) y los partidos demócratas-cristianos, se propala en nuestros países con su segunda etiqueta: la “cogestión”, o “Reforma cogestionaria de la empresa”. Su planteamiento básico consiste en que es posible terminar con la explotación de la clase obrera sin necesidad de la lucha de clases y haciendo simplemente que las empresas capitalistas “reformen” su estructura para convertir a los trabajadores en co-accionistas o “co-gestores”.
En realidad, esta tesis es una reedición, actualizada, de lo que proponían los llamados socialistas utópicos (no científicos) y Phroudon, en los albores de la sociedad capitalista. Tanto los primeros como el último preconizaban, efectivamente, que las empresas capitalistas, en las que el industrial y el comerciante son los únicos dueños de los medios de producción y quienes se benefician con la venta de los productos, se transformaran en una especie de cooperativas donde capitalistas y trabajadores fueran socios, aportando los primeros las maquinarias y el capital y los segundos el trabajo, para repartirse armoniosamente los beneficios. Así, Saint simón, el mas antiguo de los socialistas utópico (1760- 1825), en su obra titulada precisamente “El Nuevo Cristianismo”, propugnaba una organización social constituida por lo que el llamaba generalmente
“los industriales”, es decir por los burgueses, los proletarios, los intelectuales y los campesinos, excluyendo de esa sociedad a los que denominaba “parásitos”, ósea los latifundistas, la burocracia y los militares. Otro socialista utópico, Fourrier (1772- 1837) pensaba que la sociedad futura debería basarse en los llamados “ falangsterios” (de falange), organización colectivista donde capitalistas, obreros e intelectuales o técnicos, colaboraran pacíficamente aportando los primeros su dinero, los obreros sus fuerzas físicas y los técnicos y empleados sus conocimientos, para repartirse los beneficios de la producción en 12 partes: cuatro para los capitalistas, cinco para los obreros, y tres para los técnicos y empleados.
Por su parte Robert Owen (1771- 1858, el tercero de los socialistas utópicos, se inspiro en parecidas ideas para en su propia fabrica de Escocia una serie de reformas favorables a los obreros, para organizar mas tarde en Estados Unidos la colonia “Nueva Armonía“ y para fundar en Inglaterra, a su regreso un denominado “Banco de Justicia “ pero todos estos experimentos fracasaron porque, de igual modo que le sucedió a fourrier con sus “falangsterios” las clases dominantes y los gobiernos de entonces no hicieron ningún caso a sus encendidos e ingenuos llamados a la “comprensión” y a la “ bondad humana”. Y es que estos pensadores no llegaron a comprender que la explotación del trabajador asalariado y todas las lacras de la sociedad imperante no se deben a “ignorancia e “incomprensión” de los capitalistas, sino a las propias leyes económicas que rigen el desarrollo de su sistema. Y algo similar podemos decir de Phroudon, filosofo y economista muy posterior a los socialistas utópicos, el cual aunque no estaba animado de la misma generosidad de estos, y es considerado mas bien como uno de los padres del anarquismo, publicó en 1846 una obra titulada “Sistema de Contradicciones Económicas, o Filosofía de la Miseria”, en la que, a diferencia de Fourrier sostiene que la propiedad privada de los medios de producción y el comercio de los productos son fundamentos eternos e inherentes a toda sociedad, por lo que propone, en consecuencia, que no se luche frontalmente contra la explotación capitalista, sino que solo se reforme ese sistema eliminado de el sus “lados y efectos malos” y conservando sus supuestos “lados buenos“, mediante una sociedad cooperativista basada fundamentalmente en la pequeña propiedad y en la colaboración de clases.
Es necesario destacar, no obstante, que si bien coinciden los socialistas utópicos y Phroudon con los actuales ideólogos del “Capitalismo Popular” y de la “cogestión “empresarial en sus concepciones colaboracionistas, existe también entre unos y otros una diferencia histórica fundamental. Los socialistas utópicos idearon sus sistemas en los albores de la sociedad capitalista y del movimiento obrero, cuando el antagonismo entre estas dos clases no se había hecho suficientemente claro debido a que ambas debían aun luchar unidas ante el despotismo y los privilegios feudales. En cambio, “Capitalismo Popular” y la “Cogestión” obrero – capitalista han sido concebido en la presente época, ósea cuando el capitalismo llegado a su etapa imperialista, no solo extrema la explotación de los trabajadores a través de los mas refinados métodos, sino que subyuga pueblos y países enteros (coloniales, semi-coloniales y dependientes), apoyándose, incluso, en el latifundismo y los remanentes feudales, para lograr sus máximas ganancias. Además, el neo- reformismo y neo – colaboracionismo de estas corrientes resulta mas pernicioso por que es mas consiente, ya que surge cuando hace mucho tiempo que otras tendencias similares, como el economismo y el social- democratismo demostraron su total insolvencia y entraron en banca rota. pero no solo eso, no solo persiguen -como el viejo reformismo- desarmar en la clase obrera en la lucha por sus intereses sino también anular conquistas tan importantes como su derecho de organización y su derecho de huelga, ya que son pretexto de que los obreros pasan a ser considerados –aunque sea formal y aparentemente- como “accionistas” de las empresas donde trabajan los reformistas de la empresa sostienen que ya no tendrán razones jurídicas o legales para organizarse ni para reclamar aumentos de salarios, puesto que nominalmente pertenecerían a la propia organización de los capitalista y sus remuneraciones salariales serian reemplazadas por el porcentaje-, se comprende que muy pequeño que les correspondería en la distribución de las utilidades.

6) CONCLUSIONES:
Resumiendo de lo anterior, podemos caracterizar de la siguiente manera a las principales corrientes extrañas dentro del movimiento obrero:

Ø  El gremialismo.- Consiste en agrupar a los trabajadores de acuerdo con su profesión, o especialidad; y no como debe ser: de acuerdo con el centro de trabajo o empresa en que labora. Este defecto incapacita para luchar a las organizaciones gremialistas y las lleva generalmente a practicar el mutualismo y la colaboración de clases.

Ø  El Economismo o apoliticismo.- consiste en limitar la acción sindical a la lucha por reivindicaciones económicas;

Ø  El Anarco- sindicalismo.- Consiste en considerar que el sindicato y la organización sindical deben ser los únicos instrumentos de lucha de la clase obrera, y que todas las reivindicaciones, aunque sean de carácter fundamentalmente político, deben resolverse únicamente a través del movimiento sindical.

Ø  El Reformismo.- Consiste en creer o propugnar que los trabajadores se conformen con algunas reformas dentro del régimen capitalista,  considerando que a través de esas reformas dentro del régimen capitalista, considerando que a través de esas reformas puede alcanzarse un mejoramiento sustancial en sus condiciones de vida y de trabajo unido casi siempre con el economismo, esa tendencia propicia el entendimiento y la colaboración a toda costa entre explotados y explotadores;
Ø  El Corporativismo o sindicalismo fascista.- Consiste en agrupar en una misma organización o corporación a obreros y patronos y en imponer desde el gobierno la colaboración en clases en beneficio de los capitalistas y bajo la dirección y control del estado burgués;

Ø  El trotskismo.- Es una corriente divisionista y aventurera que se enmascara con frases revolucionarias y consignas prematuras para servir a los planes de provocación y desmoralización trazados por los enemigos de la clase obrera. Dentro de la misma denominación podemos considerar en el Perú al “vanguardismo” al maoísmo” y a otras tendencias ultra izquierdistas neotrotskistas.


Ø  g) El “Capitalismo Popular”.- Es una teoría neo reformista que pretende actualizar algunos planteamientos inaplicables de los “socialistas utópicos”. Pero con la diferencia de que el “capitalismo popular” es una concepción de los propios capitalistas interesados no solo en anular la lucha reivindicativa de los trabajadores, sino también su derecho de organización sindical y de huelga, so pretexto de que, al convertirse los obreros en “accionistas” o socios capitalistas, jurídicamente pierden esos derechos aunque en la practica sigan explotados como antes. Creemos que no es necesario resumir también las características del “ludismo” y del anarquismo clásico, porque dichas tendencias prácticamente han desaparecido de nuestro medio.


PREGUNTAS DE CONTROL
1. ¿Qué se entiende por proletariado?
2. ¿Por qué es necesaria la organización sindical?
3. ¿Cuáles son los principales frentes de la lucha entre explotados y explotadores?
4. ¿Cómo se caracterizan las corrientes extrañas mas nocivas al movimiento obrero?
5. ¿Cómo se manifiestan esas corrientes en el Perú?

BIBLIOGRAFÍA
MAX BEER .- “HISTORIA GENERAL DEL SOCIALISMO Y DE LAS LUCHAS SOCIALES”
LOSOVSKI .- “MARX Y LOS SINDICATOS”
ENGELS .- “ANARQUISMO Y SOCIALISMO”
MARTINES DE LA TORRE .-APUNTES PARA UNA INTERPRETACIÓN MARXISTA DE LA
HISTORIA SOCIAL DEL PERU”

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